A la muerte de Osama Bin Laden

Ayer se supo de la muerte de un tirano, de un asesino, de un ladrón de almas inocentes, de una de las personas más odiadas de la historia. Ayer presuntamente falleció, bueno, mataron a Osama Bin Laden. Y la reacción del pueblo ha sido de alegría y júbilo, explosión de felicidad y más sentimiento de seguridad ante ataques terroristas. Pero yo tengo una serie de dudas, una serie de cuestiones sobre esta curiosa y extraordinaria muerte.
En primer lugar no me cuadra que la gente (que suele tenerle doble estima al peligro)no se haya preocupado, en su mayoría, por el peligro de posibles represalias en forma de atentados tanto por Europa como por Estados Unidos. No estoy diciendo que tenga que cundir el terror y el desenfreno por las calles, simplemente digo que hay que tener esta posibilidad presente para más seguridad, que aunque no sea demasiado probable, es posible.
En segundo lugar, son curiosas las circunstancias de esta muerte. De repente, sin que nadie supiese nada, un comando de asalto entra en la mansión en la que este cruel ser vivía y en un tiroteo lo matan de un tiro en la cabeza. No hay fotos, no hay cadáver, no hay restos. Se supone que fueron tirados al mar, donde estarán abajo cual tesoro escondido, mas a mi me parecen extrañas estas circunstancias. No estoy diciendo, tampoco, que dude ni que sea escéptico ante este hecho, mas hay cosas que no me cuadran.
En tercer y no por ello menos importante lugar, está el comportamiento del pueblo, una vez más. La alegría por la muerte de una persona, esta vez razonable, pero sin preguntar siquiera si hubiese sido posible haberlo cogido con vida y sonsacarle la información necesaria y que sufra en vida lo que no sufrirá en muerte.
Dicho esto, me despido, y que no vuelva otro ser tan cruel y sanguinario como éste personaje que ayer pereció, afortunadamente (por muy cruel que suene).