28 may 2011

Grandes escritores canarios (I) Alonso Quesada- Obra

     Poeta español, miembro del grupo modernista canario que presidía Tomás Morales. Su poemario El lino de los sueños (1915), que describe los ambientes de su isla natal, fue prologado por Unamuno. También son obras suyas las Crónicas de la ciudad y de la noche (1919) y Los caminos dispersos (1944).
     La escuela modernista de Tomás Morales tuvo un mérito brillante y constructivo, con sus notas insulares, canarias. Tras él se formó una generación cuyos mejores nombres, debido a la situación étnica y a los motivos de su poesía, se hallan en situación intermedia entre la generación del 98, Juan Ramón Jiménez y el estilo de la poesía última. Alonso Quesada es el más caracterizado representante de todos ellos. Al igual que Morales, murió muy joven, pero tuvo tiempo de derramar su buena semilla lírica. Las islas Canarias perdieron en ellos a dos poetas magníficos, que dejaron una escuela difícilmente superable.
     En El lino de los sueños fue cantor de la vida cotidiana de su ciudad, con una nota de inteligente ironía. La publicación de esta obra en 1915 fue un acontecimiento tan importante (aunque menos brillante) como en su día lo fuera la publicación de Las rosas de Hércules por Tomás Morales. La reacción de Alonso Quesada ante lo pequeño y lo grande recuerda a Azorín; una tónica especial la dan unos poemas sobre temas británicos en el ambiente canario (como Los ingleses de la colonia), en donde la vida inglesa ofrece un encanto claro y silencioso a este poeta de intimidad recónditamente lírica, sensibilidad delicada, ternura, devoción y finísima valoración de las cosas, sin excluir valores de aspereza y sequedad.


     Posteriormente publicó el poema dramático La umbría y las prosas Crónicas de la ciudad y de la noche. Hacia 1924, un año antes de su fallecimiento, el poeta había preparado el poemario Caminos dispersos, que sin embargo no fue publicado hasta 1944 por Ediciones "Gabinete Literario" de Las Palmas de Gran Canaria. En estas últimas composiciones, el autor se aproximaba cada vez más a la línea de Juan Ramón Jiménez y de la poesía próxima a los "puros", dentro de una técnica que se parece, entre los nuevos, al primer Salinas en algunos aspectos. La prematura muerte de Quesada truncó una clara vocación de escritor y poeta.

     Uno de sus poemas que más me gustan, aunque no se su nombre ni de donde está sacado, es el que voy a poner a continuación. Si alguien tiene en conocimiento su nombre, que no dude en decírmelo.


Por ver ojos azules, dueña mía, 
dictó mi encanto la Divina Hada: 
La seca humanidad que yo lucía 
en manso corderillo fue tornada. 

Así la pena fue; y en el lejano 
jardín de los Ensueños heme ahora 
sintiendo en mi vellón pasar la mano 
de la Princesa Azul, que es mi señora... 

¡Oh, encanto del dolor, suave y divino, 
como lo triste que del alma vino 
para volar al alma de la Amada...! 



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